En Samboal, éramos tan salvajes de críos que para que algún forastero ingresara en la cuadrilla, le hacíamos entrar en el cementerio por la noche y tumbarse en una de las lapidas más recientes. La prueba en si no tenia más objetivo que hacer unas risas y no probar la valentía, ya que casi teníamos más miedo nosotros que el incauto que cumplía el cometido.
El pasado 1 de Noviembre acudí al cementerio de Samboal para ver como gran parte de mis antepasados yacen nivelados por la muerte. Acompañado de mis hijas, iba curioseando los nombres, las lapidas y las fechas e inscripciones que figuraban…¿Para qué sirve la muerte? Y entonces me reafirme en algo que sin preocuparme demasiado, de vez en cuando me inquieta.
La vida no tiene que ser larga, sino ancha. Y no quisiera ser un lastre ni una carga para mi entorno más próximo, creo que el amor y el sacrifico es una cosa, y el sufrimiento y su padecimiento otra.
Recordé a mis abuelos y a mi primo que murió entre los hierros de un mal adelantamiento, les hable a mis hijas de la muerte y de lo que ello supone. Y con unas flores de plástico que arrinconadas nadie quería, le dimos vida-utilidad depositándolas junto a mis antepasados.
No sé ni cuando, ni como moriré, pero tengo claro que es de las únicas cosas seguras que me ocurrirán. Alguna vez oí, que quien tiene m miedo a la muerte, es que no ha sabido vivir su vida y añadiría, que hoy, ahora…no tengo deudas con nadie, todo lo que tenía que decir a mis seres queridos y allegados, se lo he dicho. Algunas veces de palabra y otras, las mas…con hechos.
La muerte, que nos pille bien vivos, porque si no nos mata.
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viernes, 11 de noviembre de 2011
La Muerte y Cementerio Samboal Segovia
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